Conoce el origen del café de olla
¿Un cafecito de olla? Eso es música para los amantes del café. Si eres de las personas que tiene un gusto muy particular por esta bebida en todas sus versiones, el día de hoy La Otra Escucha te cuenta los orígenes del delicioso café de olla.
Las cantidad de historias que giran entorno al origen del café de olla son muchas y todas tienen en común dos elementos fundamentales: los granos de café y las especias. Sin estos ingredientes los sabores cambiar, sin embargo, la fusión de estos ingredientes es lo que nos enamora.
Inicios del café de olla
El cronista Salvador Novo explica en su libro Historia Gastronómica de la Ciudad de México, que a principios del siglo XVIII el café era un producto de importación. En Haití hay registros de cultivo en 1715 y en México se le puede seguir el rastro desde 1790, aunque su consumo no era tan común en comparación del chocolate y el atole.
De manera paralela a las importaciones de café llegaron las especias, ya que los españoles tenían una gran influencia de los sabores del Medio Oriente por las ocupaciones árabes en su territorio.
Aunque no lo creas, las primeras tazas de café comenzaron a degustarse por los habitantes de la Nueva España, solamente si les añadían leche. Esto fue a finales del siglo XVIII, cuando se abrió en la calle de Tacuba el primer café, donde, según Salvador Novo, los camareros se paraban en las puertas para invitar a los transeúntes a pasar a tomar café “a estilo de Francia” (con leche y azúcar).
Asimismo, con el cultivo de la caña de azúcar en México, comenzó la producción de sus derivados como el piloncillo, que se empezó a utilizar en las cocinas en sustitución de la miel que usaban las personas de pueblos originarios. Se volvió un ingrediente del atole, bebidas de cacao y posteriormente el café.
Poco a poco se fue perefccionando la receta del café de olla que conocemos hoy en día: canela, piloncillo y café.
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Café de olla para la independencia
Para el siguiente siglo, en los años 1800, nacieron cada vez más espacios para tomar café. Muchos de ellos fueron lugares para conspiraciones independentistas.
En esos lugares se podían tomar muchos tipos de café, algunos formales y otros clandestinos, pero el café podía consumirse en las calles, de la mano de las mujeres que ponían un fogón a medio paso con sus ollas de barro.
Una versión señala que el café de olla se originó entre 1910 y 1917 durante la Revolución Mexicana, cuando las “Adelitas” preparaban esta mezcla de café, canela y piloncillo. A mediados del siglo XX, la investigadora Sandra Aguilar Rodríguez describe que el café estaba presente en la mayoría de los hogares y era consumido mañana y noche:
“La mayoría de las mujeres preparaban café de olla, es decir, hervido con canela y azúcar morena. Las cafeteras solamente se utilizaban en los hogares de clase media y alta”.
Hoy, esta bedida con sabor casa, a familia y a México, se consume en muchos hogares. Hasta la fecha se sigue preservando la receta pero si conoces algunas variaciones, nos encantaría conocerlas.