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De un cementerio de cine al Ágora cultural mediante el teatro; la historia de una empresa cultural

El Ágora muchas veces sirve para reconocer procesos políticos pero ahora La Otra Escucha te invita a ver esa palabra como un referente cultural, mediante el teatro y el trabajo de Noé Alvarado fundador de una empresa cultural que ha intervenido un espacio; para transformarlo de un cementerio del cine a un espacio de brillo teatral.

De no poder respirar por el polvo de los cuerpos muertos de las infraestructuras fílmicas, hogar de palomas y algunos otros animales, un espacio oscuro, tétrico, desolado. Este espacio ha brindado aire al arte. Tuvo un inicio muy orgánico; el entusiasmo y el compromiso fue abriendo las puertas a tal grado que el tiempo le ha reconfortado y arropado como un espacio parte de una colonia al sur de la ciudad de México.


El primer encuentro con el espacio se dio en el año de 1998 “estaba montando una obra de teatro con una de mis exalumnas quien dijo que podríamos trabajar en casa de su papá. Tiene un lugar y podemos hacer la obra etc. y nos trajo aquí a toda la producción. En este lugar que era un verdadero tiradero, literalmente, de muchas producciones. El papá se dedicó a hacer cine, entonces todas las producciones cinematográficas que terminaban, venían y dejaban todo el tiradero de una producción, era como un cementerio de cine”.

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El camino para el Ágora

Antes de llegar al su ágora teatral, Noé trabajó haciendo teatro comercial con el Caballo Rojas, Lalo “el Mimo” y algunos otros actores de la época. También trabajó en cine y televisión; y comparte que en su experiencia esas actividades lo hicieron a un modo. Conforme a ello se alejó un poco del teatro y comparte con La Otra Escucha que; “es irónico porque entre más trabajo tienes, o pretendes tener, sobre todo que reditué económicamente, te alejas más del teatro. Lamentablemente aquí (en México) el teatro no te deja así de wow, vivo bien haciendo teatro, por mucho que se haga diario, ya que no hay un público que vea a este arte como algo de primera necesidad, hace falta mucho”.

Foto: Ágora teatro
Foto: Ágora teatro

Ágora el reencuentro, antes de la plaza pública cultural

Después de aquel primer acercamiento Noé junto con un amigo con la intención de hacer teatro, e ir más allá de lo que venían haciendo, se acercaron al dueño y en conjunto con un equipo de alumnos de de un taller de teatro que impartió en la estación de radio 620 de AM, se fue construyendo todo, también existió apoyo de los padres. El querer hacer teatro fue conjuntando todo para acoplar un área donde en medio del cementerio del séptimo arte, se hizo una luz.

“Cuando llegue a este espacio, llegamos intentado tener un lugar donde desempolvarnos; esque ya te gradúas como actor y te vas encasillando en muchas cosas. Yo tenía la inquietud de hacer una compañía de teatro y estar vigente en el escenario” detalla.

Y agrega “por el 2001 regresamos al espacio, un compañero y yo y platicamos con el dueño y le dijimos que queríamos ocuparlo, él nos dijo – ahí hagan-, afortunadamente sin ningún interés económico; y ya así entramos. Limpiamos todo y nos fuimos dando cuenta que era mucho trabajo y vimos que para el espectáculo no va a serviría. Estaba muy insalubre, no apto, pero era visualmente maravilloso”.

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Encuentros familiares

Así mismo describe el inicio del trabajo comunitario de Ágora teatro; “se me acercaron los padres de familia y me preguntaron sobre el lugar que les conté a sus alumnos para hacer teatro, a lo que dije, que sólo fue un comentario, sin embargo insistieron y vimos el espacio a lo que me dijeron; no se preocupe. Se pusieron el overol y empezamos a dar clases para finales del 2001, era un grupo entre 10 y 15 chavitos, todo era muy entusiasta. De pronto se corrió la voz y de limpiar un área, limpiamos otra (justo la oficina en la que nos encontramos), y coloquialmente diría que nos fuimos metiendo como el dolor, a fuerza y sin avisar”.

Comunidad teatral y de la colonias

Además de hacerse de una comunidad con los alumnos. Ágora, antes de nombrarse así, dio la pauta para establecer diálogo con la comunidad, con “la colonia”; así que con la ayuda de los chavos que se drogaban, que estaban con la cerveza y constantemente en la calle se fue abriendo más espacio. Ahora eran dos jóvenes, un grupo de alumnos y jóvenes de la comunidad que el cementerio fue desapareciendo, siendo un abono para un espacio creativo, dedicado a una de las artes más viejas de la humanidad.

El trabajo fue arduo y Noé describe que; “entre quitar, escombrar, ahora fue un proceso de dos años (hasta 2004), ahora se resanó, se pintó. Seguíamos sin pagar, ni un solo peso, pero llegamos a un acuerdo, que era un tipo, comodato. El dueño nos dijo, -ustedes le meten y úsenlo-. De principio se pensó en un espacio para profesionales, pero conforme se corrió la voz nos fuimos formando como un espacio de formación teatral; llamado “Estudio Siete taller teatral”. Con este socio y amigo se mantuvo el proyecto por 12 años.

Más que teatro

El crecimiento fue algo clave, la entrega con los chicos dio resultados y de pronto además de formar talentos terminó siendo un semillero para la televisión o el cine, como en TV Azteca. En algunas ocasiones además de solicitar a alguien, algunas producciones solicitaban apoyo para fortalecer los dotes actorales de alguien a pedido.

“En algún momento los chicos con los que formamos esto crecieron, pero creo que logramos algo importante, mejorar un poquito el tejido social de afuera, porque ahora que ya no están los chicos pero mandan a suspenso hijos a acá, como público. El trabajo o las transformaciones logradas fue más por el trabajo de oficio, no tanto por el teatro, aunque sí había talentos, pero el interés era hacer, reconstruir”.

Una nueva etapa

En 2014, se comenzó una nueva etapa, la reestructura de todo es algo constante en las empresas, y así sucedió también con este proyecto, esta casa teatral. Tras tener el espacio y contar con gente, todo tenía que ir aún más allá. Se terminó la sociedad y el nombre de “Estudio Siete”, se fue con el que fuera compañero de Noé y él siguió con el espacio y un grupo de chicos.

Justo en ese periodo viene una donación importante por parte del INBA, las butacas del Auditorio Nacional, el telón y unas tablas. Aunque se aceptó todo con entusiasmo, resultó ser una serie de problemas que en su resolución permitió sacar brillo a las cosas, otro cementerio que revivir. Ahora el telón y las butacas fueron una sola pieza, con el apoyo de algunos colaboradores de la colonia, se hicieron unos asientos dignos de uno de los foros escénicos más importantes del país, sólo hizo falta relleno y alguien que supiera bien el oficio.

Más teatro, más escombro

Conforme vinieron más cambios, el espacio, con más metros que brindar terminó abriendo más camino, ahora a un gran foro, así que todo se recicló, se utilizó al máximo. Ahora sí, nació Ágora Teatro.

Ágora
Ágora

Ante los cambios vienen nuevas oportunidades; “con la madera hicimos el escenario, se acopló todo y en ese periodo justo se platicó del nombre, se puso en la mesa Ágora, en referencia a los griegos y la plaza pública donde se decidía y se reunían todos los eruditos y filósofos de ese entonces; justamente a hablar y a arreglar el mundo, se quizo hacer referencia a esa idea de la plaza pública, pero cultural. Primero se llamó Ágora a secas, después Ágora Creación Escénica” expresa Alvarado.

“Ahora en esta nueva fase, el trabajo se hizo con mi familia, los camerinos y algunas otras áreas fueron las que trabajamos los cuatro, mis dos hijos que eran pequeños y mi esposa, también nos ayudaron más alumnos. Estábamos desde las 7:00 u 8:00 de la mañana, hasta la 01:00 de la mañana; y a veces era tan cómodo que no sentíamos el cansancio porque estábamos levantando algo más. Antes no se tenía la visión de hacer un foro o una compañía teatral”.

Retomando el inicio

Bodas de sangre de Federico García Lorca, fue la primer obra de Ágora Teatro, con la que se presentaron al público y justo ahora en este 2022 se retoma la obra con la intención de darle otra vista a todo. Hay una vuelta de tuerca, con otros actores, en otro escenario, pero con la entrega de antes. Con el sueño de formar un proyecto nuevo.

“Ahora tenemos tres actividades, tres servicios en Ágora, Ágora Espacio Artístico, Ágora Compañía Teatral y Ágora Academia de Profesionalización Actoral. También rentamos el espacio para videoclips, películas, teatro, danza. El recinto permite mover butacas, acomodar todo a modo. Conforme a nuestro siguiente trabajo estamos en el desarrollo de Bodas de sangre; es un trabajo que justo trata de ser una nueva mirada al trabajo que se hizo cerca del año 2015 donde fue nuestra carta de presentación, ahora estaremos presentando, en un futuro cercano el 1 de mayo, en el Instituto Cultural Helénico”.

En 2022 se retoma el inicio

“Justo en el Helénico, hemos estado ya con Don Juan Tenorio, una propuesta que sirve muy bien en ese espacio y se mezcla perfecto, ha sido uno de nuestros éxitos”.

Pandemia y artes, pensar y actuar

Durante la pandemia, no nos detuvimos declara Noé Alvarado, sirvió para remodelar el espacio, optimizarlo aún más, así que coincidió, por lo cual se desarrollaron clases online, sí se perdieron alumnos, los chicos se fueron, algunos se quedaron. Pero sí se vivió al límite.

“En algunos casos, los chicos tuvieron que detener sus estudios, sin embargo otros se quedaron y habrá que reajustar todo. Se detuvo un poco los trámites para tener el grado de academia profesional, antes de pandemia hicimos diplomado, ya estábamos apuntalando para brindar la carrera. Para agosto, septiembre se está preparando todo para que comience la carrera profesional en actuación, ahora estamos haciendo talleres, ya presenciales”.

Pandemia y la lucha de la cultura

“Cabe mencionar que en el 2020, en el año de pandemia, no dejamos de dar temporada de Juan Tenorio, fue la curva en la que estaban por decidir el semáforo y pudimos dar funciones al 30% y Tenorio terminó en noviembre, alcanzamos a dar nuestras diez funciones programadas y quince días después, en diciembre, semáforo rojo. Después los planes de reajustar el espacio nos permitió, pero a finales del 2021 se empezó a resentir todo. No había chicos, los gastos estaban corriendo, y parecía que esto iba a tronar”.

“Y ahora que ya está todo pudimos ir retomando las cosas, poco a poco. Este periodo fue duro, sin duda, porque lo que primero perdía fue el teatro, los foros, etcétera, porque eran masivos, pero yo decía, ojalá el teatro fuera masivo, ojalá en el teatro asistiera mucha gente”.

La competencia, nos permite ser mejores

Pensando como empresario Noé comparte con La Otra Escucha que la competencia es algo bueno, ya que nos permite ser mejores y formar un ambiente de consumo, así mismo detalla su experiencia con el programa PILARES; el cual le permitió mostrarse como algo distintivo frente a algo que también pueden ofrecer en ese espacio.

“Ser mejor en lo artístico es muy bueno. Por ejemplo, aquí en la esquina antes de que entrara la pandemia abrieron un PILARES, y en la inauguración había ríos de gente, y un amigo me decía, – ya nos van a competir- y yo decía; qué bueno que se abra aquí uno de estos y que en la otra esquina se abra otra escuela y que se vuelva la colonia cultural. Imaginemos que el público tenga toda la posibilidad de decir a dónde quiere ir, a esta esquina o a la otra esquina”.

“Siempre he creído en la competencia, en la buena competencia, en la sana, en todos los sentidos. Ayuda siempre que tengas un proyecto, uno bueno o una especie de sueño que cumplir. No sé si es mi imaginación o es mi deseo de que lo cultural se vuelva parte de la canasta básica de cualquier persona. Nos hemos preguntado eso en Ágora y vemos que hay mucho que ver, por ejemplo cambiar el pensamiento de que el teatro es caro y se haga lo que se necesita, tanto para el público como para los productores”.

Y frente a todo, con vistas al futuro Noé Alvarado cierra diciendo. “No es necesario estar en la idea de ser independiente, sino es mejor la idea de moverse por tus propios medios”.

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