La Biblioteca Vasconcelos: un espacio de diálogo
La Biblioteca Vasconcelos anima la convivencia. Es un lugar luminoso, amplio y cómodo. Al principio puede ser intimidante, pero los propios usuarios de la biblioteca aligeran el ambiente. Es usual encontrarse con jóvenes que ensayan coreografías de Kpop o se encuentran absortos en cómics y novelas gráficas.
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La biblioteca pública es un lugar donde florecen la lectura y la conversación; la lectura es un placer y una vía de conocimiento. Por este motivo, la alegría de la lectura es intelectual: viene del re-conocimiento, con otros ojos, de lo que se ha visto antes. La lectura de la palabra escrita aproxima a la realidad. No es una actividad solitaria, sino una experiencia de diálogo que aclara la vida y el mundo. Por eso, la biblioteca pública no es —no debe ser—, como dice Alejandra Quiroz, un lugar silencioso y solemne, sino un espacio para escuchar al otro y compartir conocimiento. Sin duda, la Biblioteca Vasconcelos es un hito de la arquitectura dedicada al libro.
La Biblioteca Vasconcelos tiene la forma de una amplia bóveda que se extiende desde la entrada hasta un auditorio y un jardín. En la primera planta se localizan diferentes servicios: una sala de lenguaje de señas, una colección de libros y recursos para personas con discapacidad visual, una sala de música con instrumentos musicales, una sala con una amplia colección de películas que pueden mirarse en el lugar, una sala para bebés…

El acervo de libros está presente desde el segundo piso y abarca hasta el séptimo piso. Los libreros, distribuidos a lo largo de la bóveda, están en pisos suspendidos en el aire. Albergan libros de arte, ciencia, cocina, literatura, filosofía, derechos, manualidades, historia…
En este último piso, hay una colección con una disposición espacial particular: los materiales, en vez de estar acomodados en filas, se exhiben de manera frontal y de esta manera evocan el orden de una librería.
La Biblioteca Vasconcelos: un arca
El diseño es obra del destacado arquitecto mexicano Alberto Kalach. La idea del proyecto era construir un «arca del conocimiento», sumergida en un jardín. En efecto, un bello jardín botánico rodea la construcción y le proporciona un poco de intimidad a un espacio concurrido, edificado en medio de una vorágine urbana.
Además, cerca del auditorio, puede verse una obra del artista mexicano Gabriel Orozco, Mátrix Móvil, un esqueleto de ballena intervenido que ahora cuelga del techo.
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