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La Iglesia de Panzacola y el último río de la CDMX

Si se camina por Avenida Universidad, cerca del Metro Miguel Ángel de Quevedo, puede encontrarse el Río Magdalena que nace en el cerro de San Miguel en Cuajimalpa, atraviesa el Parque Los Dinamos y llega hasta Coyoacán. Este río es quizá el último que todavía respira en la ciudad. En el mismo lugar, hay un puente que permite atravesar al otro lado del río; en un costado, una pequeña y antigua iglesia, la llamada Iglesia de Panzacola o San Antonio Panzacola.

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Por supuesto, no existe un santo llamado «San Antonio Panzacola», pero este nombre apareció por una combinación del lugar y el personaje al que está dedicada la iglesia: San Antonio de Padua.

Se sabe que construcción perteneció a la Hacienda de Panzacola, una propiedad de la familia García Conde, pero lo cierto es que se conoce poco. Sin embargo, hay una leyenda respecto a su origen: se dice que en lugar vivía una familia acostumbrada a robar. Al momento se ser investigados, la madre rezó a San Antonio de Padua para que los objetos robados no fueran encontrados. Como las autoridades no encontraron nada fuera de lo común —y sus hijos libraron la inspección—, la madre construyó un templo para agradecerle al santo.

Puente de Panzacola, José María Velasco, circa. 1861.

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Rescatar el Río Magdalena

En los últimos años, vecinos de Coyoacán han manifestado la necesidad de rescatar el río y han organizado jornadas de limpieza. Ciertamente, el río permanece sumamente contaminado —y libera un olor desagradable. Ojalá el río pueda recuperarse, pues es un testimonio de épocas remotas y uno de los pocos cuerpos de agua que permanecen con vida en la ciudad.

Puente de Panzacola

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