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Los informales que la ciudad volvió a olvidar

Columna: Calibán

Por Gustavo Baltazar

La Ciudad de México tiene 30 mil 184 semáforos, los cuales, contrariando el objetivo del ingeniero John Peake Knigth para regular el tránsito londinense en 1868, hoy ofrecen tantos trabajos para competirle a las cifras de empleo formal de la capital.

Pese a atender el auxilio diario del mal aliento, de la abstinencia de nicotina, de la deshidratación o del ayuno por las prisas en las calles de la ciudad, estos trabajadores no son contemplados como parte de la reapertura económica.

Esta semana comenzó la transición gradual para la reactivación con 220 mil personas que perdieron su empleo formal en la capital, la esperanza de ocupación de más de 987 mil y la incertidumbre para casi 8 mil comerciantes populares del Centro Histórico.

Luego de tres meses de irse por el confinamiento y de ser perseguidos al salir a vender por necesidad, esta semana los comerciantes de la vía pública no encuentran cómo volver, pues no hay lugar para ellos dentro de la nueva normalidad, y quien sabe si lo hubo durante la de antes.

La dirigente de comerciantes de la vía pública, Diana Sánchez Barrios, nos platicó que de haber sido aprobada la propuesta de ley “Chambeando Ando” para regular esta forma de empleo desde el 2019, hoy las autoridades tendrían un mejor diagnóstico para ayudar a cerca de un millón 3 mil comerciantes (en el 2017 el gobierno contaba 87 mil). Sin embargo, denuncia que han intentado desaparecerlos prohibiendo su empleo, y hasta han condicionado su forma de afiliación.

Representantes comerciantes populares han denunciado que los operativos policiacos, con los que golpean y roban a los vendedores, han convertido las calles del Centro Histórico en una zona de guerra. Y quizá ya lo estaban desde antes.

En marzo, la presidenta de la Comisión de Desarrollo Democrático de la COPARMEX de la Ciudad de México (organismo que ha hecho del desempleo la ecolalia de cada día) rechazó los dictámenes de las iniciativas que buscan la regulación del comercio ambulante argumentando que posibilitan que los informales se ubiquen a fuera de negocios establecidos, que son un riesgo para el desarrollo urbano y la protección civil, y, por supuesto, porque seguirían sin pagar impuestos.

Foto: Especial

Este martes, mientras se llevaba a cabo el Primer Encuentro de Representantes de las y los Comerciantes populares en la Ciudad de México, el presidente de la Canirac de la ciudad pedía regular a los ambulantes por representar una competencia desleal al sector restaurantero, así como una fuente de contagio.

“No nos carguen el muerto” piden los comerciantes acusando que la ciudadanía es la mayor culpable por no cumplir con las normas de salud. “Nosotros somos los más interesados en cumplirlas porque con esto cuidamos nuestra fuente de trabajo, a la familia, al comprador y nuestra sobrevivencia económica”.

La semana pasada el Centro Histórico se desbordó en afluencia y las autoridades tuvieron que replantear un esquema de apertura, en el que, luego de negociaciones, a los comerciantes populares sólo les dejarán vender dos días a la semana. Después del primer encuentro, nos dice Diana, buscarán entregar a las autoridades una propuesta más sensible para estos trabajadores.

Al pie de la calle, frente al semáforo naranja, los ambulantes siguen luchando. Aún detenidos entre la virulencia del estigma y la de la pandemia.

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